¿Cómo construir una organización ciber resiliente desde el factor humano?
Publicado por Adrián Mata, VP Cybersecurity T-Systems México en 15/07/2025 en ArtículoUna cultura de ciberseguridad robusta no sólo mitiga riesgos técnicos, sino que genera un activo intangible, pero decisivo: la conciencia colectiva
Por: Adrián Mata, VP Cybersecurity T-Systems México. Foto: cortesía. Portal ERP México.
En el ecosistema de la ciberseguridad actual persiste una realidad: el factor humano continúa siendo el eslabón más vulnerable de la seguridad. Las decisiones cotidianas de los empleados —desde el CEO hasta el personal de apoyo— son las que determinan de manera significativa la fortaleza de las herramientas de protección implementadas. Por ello, en cualquier estrategia de seguridad digital que aspire a ser efectiva, sin importar cuán avanzadas sean sus implementaciones tecnológicas, la probabilidad de errores humanos no es un factor que deba dejarse de lado, sino, por el contrario, deberá ser el centro mismo sobre el cual debe construirse todo plan de resiliencia cibernética.
Las razones son tan evidentes como persistentes. La falta de conocimiento constituye el primer gran obstáculo, ya que muchos colaboradores operan en entornos digitales complejos sin comprender los fundamentos básicos de las amenazas. Este desconocimiento se ve agravado por una falsa sensación de seguridad que permea todos los niveles organizacionales, donde prevalece la mentalidad del "a mí no me va a pasar". Simultáneamente, existe una delegación de la responsabilidad hacia el área de TI, asumiendo erróneamente que mantiene un control sobre cada interacción digital y cada endpoint de la red.
Esta combinación de factores conduce a una subestimación de los potenciales riesgos, donde empleados de todos los rangos minimizan las consecuencias que un simple error humano puede desencadenar, ignorando que los ciberdelincuentes han refinado sus técnicas precisamente para explotar estas vulnerabilidades que ningún firewall puede proteger. Entonces, ¿qué acciones pueden tomar las organizaciones para minimizar estos riesgos?
Te puede interesar: T-Systems apuesta por el talento femenino
Las primeras líneas a fortalecer en la defensa para transformar al elemento humano de vulnerabilidad a fortaleza en el ecosistema de ciberseguridad organizacional es la educación y el entrenamiento. Para que estas acciones sean verdaderamente efectivas, la formación debe adoptar un enfoque constante, integrado en la cultura corporativa mediante actualizaciones periódicas que reflejen el panorama cambiante de las amenazas digitales. Las sesiones educativas deben abordar un espectro completo de conocimientos prácticos: desde estrategias para identificar intentos de phishing, hasta implementar protocolos de gestión de contraseñas, reconocer las señales de alerta temprana de ransomware y malware, aplicar medidas rigurosas de privacidad y protección de datos, y adaptar prácticas de trabajo remoto que no comprometan la seguridad corporativa.
Al mismo tiempo, el componente interactivo resulta crucial en este proceso formativo. Los ejercicios prácticos como las simulaciones controladas de phishing permiten a los colaboradores experimentar en un entorno seguro los mecanismos reales de los ciberataques, desarrollando así una intuición que ningún manual puede proporcionar. Estos ejercicios no solo educan, sino que generan un estado de alerta consciente que transforma a cada empleado en un sensor activo del sistema de seguridad integral.
Ante el reconocimiento de que las amenazas pueden originarse tanto del exterior como del interior de los perímetros tradicionales, las organizaciones también deben adoptar soluciones tecnológicas que permitan generar barreras. Una solución que puede sumarse como respuesta estratégica es la de Zero Trust.
El enfoque del Zero Trust abandona la premisa obsoleta de "confiar, pero verificar" para adoptar el principio más riguroso de "nunca confiar, siempre verificar", donde cada dispositivo y usuario son sometidos a una verificación continua, independientemente de su ubicación física o virtual dentro del ecosistema corporativo. Mediante la autenticación multifactorial, el modelo de Zero Trust establece barreras que bloquean automáticamente el acceso a cualquier dispositivo que presente comportamientos anómalos. Lo más destacable es que, cuando se implementa metodológicamente, esta solución logra reducir la superficie de ataque potencial sin introducir fricciones en la experiencia de usuario final, equilibrando la seguridad con la fluidez operativa.
Sin embargo, la transformación en materia de ciberseguridad, además de sumar soluciones tecnológicas como Zero Trust, debe arraigarse en la cultura de la organización. Un verdadero cambio comienza cuando el liderazgo ejecutivo no solo comunica su compromiso con la seguridad digital, sino que lo materializa en inversiones, priorización de iniciativas y comportamiento cotidiano, generando conciencia hasta el último eslabón de la cadena organizacional. Al mismo tiempo, crea entornos donde la comunicación abierta y transparente sobre incidentes de seguridad se convierte en norma, no excepción, donde los colaboradores reportan inmediatamente actividades sospechosas sabiendo que cada alerta, incluso las falsas, fortalece el perímetro defensivo colectivo.
Una cultura de ciberseguridad robusta no sólo mitiga riesgos técnicos, sino que genera un activo intangible, pero decisivo: la conciencia colectiva de que, en el ecosistema digital actual, la seguridad no es responsabilidad exclusiva del departamento tecnológico, sino compromiso de cada integrante que forma parte de la organización corporativa.